miércoles, 18 de marzo de 2009

DESMONTANDO UNA UTOPÍA

Estoy en la orilla de la paradisíaca playa de Costa Esmeralda, sentado en una mecedora de madera, con la punta de los dedos de mis pies rozando el agua mas trasparente que contemplé jamás. Agua cristalina como la fe, en embarcarme de lleno en mis anhelos. Sin embargo, por momentos pienso que no me he movido del café desde donde a partir de hoy, continuaré el viaje por las calles de la capital del reino en tiempos de infausto recuerdo. Tengo claro hoy mas que nunca lo que para mí significa perseguir un sueño. Creo que la vida es para vivirla sin despertarse cada mañana, si lo haces, que tus sueños te acompañen hasta que regreses a la cama. Así, día tras día. Yo tengo un sueño desde muy niño: convertirme en escritor. No recuerdo el día que comencé a escribir, supongo que era demasiado pequeño para lograr recordarlo hoy. Desde hace también bastante tiempo vengo desmontando una utopía que me atenaza la razón, conseguir de aquí a algún tiempo poder llegar a malvivir del noble arte literario. No me interpretéis mal, pero es evidente que si nos circunscribimos al interior de nuestras fronteras nacionales e incluso al resto del mundo en los tiempos que corren, unos pocos autores pueden vivir – de hecho supongo que muy bien-, de los derechos de sus obras. La mayoría compaginan sus novelas con otros menesteres mundanos. No todo el mundo puede llegar a ser Carlos Ruiz Zafón, Arturo Pérez Reverte o Alberto Vázquez Figueroa, aunque estoy seguro de la existencia de autores con talento extremo y que nunca han llegado , ni llegaran a ser uno de ellos por infinidad de condicionantes. Como en otros muchos aspectos de la vida. Lo que creo indudablemente cierto es que tanto los tres autores que he citado como otros muchos que sería imposible enumerar en su totalidad, son excelentes maestros de este arte. Yo me quedo con Don – con mayúsculas- Edgar Allan Poe de entre los clásicos, y con el Carlos Ruiz Zafón de sus dos últimas obras. Es difícil elegir. El primero es por convicción, el segundo quizás porque lo leí desde niño, aunque reconozco la maestría sin parangón de sus dos obras adultas. Prefiero vivir en la sombra jugando a ser un ángel, que todo lo anterior. Aunque guardo muy buenos recuerdos de sus obras juveniles. El príncipe de la niebla y Marina , las que más me agradaron.


De todas formas, volviendo unas líneas atrás, lo importante no es lo que mucha gente considera muy importante. Lo importante es poder escribir, lo primordial es tener tiempo. Si pudiese, compraría tiempo eterno. Lo que ocurre es que mientras escribes, también necesitas hacerlo bajo un techo .Aunque me sienta bajo un manto de brillantes estrellas, o un sol incandescente. El ordenador consume electricidad y hay que comer. Por consiguiente todo hay que pagarlo.


Comentaba lo de “malvivir” de la literatura porque desde hace pocos años comencé a desmontar la utopía de lograr mi sueño. ¿ Por que perseguirlo, por que en un momento me zambulliré en el mar, por qué escribir sin parar? , sencillamente porque no puedo dejar de hacerlo.


Si consigo poder subsistir dignamente en el mundo, mientras paso las noches viajando a mil universos dispares: seré la persona mas feliz sobre la faz de la tierra.


Hoy una hoja en blanco y un bolígrafo, o el teclado de mi ordenador han pasado de ser amigos con los que tomaba alguna copa por la noche a ser los más fieles escuderos, casi hermanos. Estoy enamorado de ellos, sin remedio. No hay metadona en este mundo que pueda calmar el síndrome de abstinencia.


El dinero en esta vida sirve solo para comprar las cosas sin importancia de la vida, menuda aseveración, pero realmente así lo creo. Desgraciadamente, hoy nuestra salud, cobijo bajo un techo digno y alimentación, dependen demasiado del papel moneda. Esas tres cosas son fundamentales para una vida plena, a la que yo además le añadiría el amor, en todas sus expresiones.


Porque , si no has amado en tu vida, créeme que no has vivido. Espero que tu no tengas que volver la vista atrás un día lejano en el tiempo y te des cuenta de esta carencia, así que ponte manos a la obra.


Voy a intentar darte una ligera imagen de quien soy, para ponernos en situación antes de ser amigos. Lo haré una única vez, hoy. Porque aquí realmente lo importante es la historia, la cual se cuenta sola, y por supuesto la experiencia de cómo paso los días sumido en ella. En estos cuadernos de Bitácora que hoy nacen oficialmente, te iré susurrando día a día al oído como vivo en la ficción, y como ello se mezcla con la realidad cotidiana. Te contaré mis ilusiones, mis aciertos y mis equivocaciones, mis miedos y mis añoranzas, mis sueños...


Como veis, mi nombre es César Morales Fernández, pero me ofendería si no me tuteases desde el inicio. César nació una supuesta fría madrugada invernal en un frío pueblecito de las Islas Canarias. Ese día, éste nuestro país, comenzó a vislumbrar la luz del final de un tétrico túnel lleno de tinieblas. Tardó en atravesar la agonía cuarenta años. Ese día, quedó patente que el pueblo estaba harto de tiranos y que lo estuvo casi desde siempre. La hipocresía y la opresión duró mucho, con el miedo como único aliado. Pero bueno, hasta hoy en día demasiados fascistas aún caminan reptando en la sombra.


Aquel 6 de diciembre de 1978, vine yo al mundo, por lo cual las cuentas dicen que no hace mucho acabo de cumplir treinta años. Creerme, ahora la vida ya comienza a transcurrir demasiado deprisa. Llegué con el referéndum constitucional bajo el brazo. Al caer el sol aquel día , supongo que mis padres pensarían el que aquel bebé podría por fin caminar por un país en libertad. Aquel Un 94% de nuestra gente sentenció un sistema que era carne de cadáver desde 1936 y que nunca podrá pagar a nuestro pueblo todo el mal que causó.


Soy Canario, nativo del punto más occidental de Europa. Un recóndito trocito de tierra en el Atlántico de no mas de 278 km 2. Una isla con un corazón de hierro, y aunque no resido allí, nunca la he olvidado, ni renegado de ella, desde que me fui hace más de doce años. Soy español, mi sangre es roja y mis arterias gualda, y estoy muy orgulloso de llevar las señas de identidad de esta tierra legendaria que ha pasado por tantas manos. Soy ciudadano del mundo y solo aspiraría a tener algo de dinerito, para descubrirlo desde el ártico al antártico y desde el lejano Oeste al Japón.


Tuve una infancia feliz, hasta que la vida me golpeó donde más duele. Cuando sucedió eso , ya no era aquel niño que creció con la fantasía como única e inseparable amiga. Hoy pienso que tuve una infancia feliz. No muy distinta de la que algún día espero tenga algún hijo mio. Hace pocos días, leí en una prestigiosa revista de investigación muy interesante , un artículo en el cual se intentaban desgranar las razones de porqué queremos aspirar en la vida a dedicarnos profesionalmente a lo que elegimos querer ser. Basta con que un niño mire dos minutos un documental de Arquitectura, para que quede marcado con su futuro número del colegio de Arquitectos. Evidentemente afectado por todas las demás

circunstancias que rodearon su vida antes de eso, y con todas las que llegarán después.


Os voy a contar un secreto que no sabe nadie. Bueno, perdón, solo un buen amigo. Yo crecí idolatrando a mi padre. Creo que no más que lo que cualquier crío puede hacer. Cada uno personifica en sus seres queridos los valores humanos mas importantes de la vida, al menos así debería ser porque gran parte de lo que somos depende de los que nos dan la vida y nos acompañan a crecer. Yo añoraba cada noche que mi padre regresara a casa. Creo que nunca se fue a la cama sin visitar mi habitación ni la de mi hermana. Puedo decir que algún día me gustaría poder llegar a ser el padre que fue y es el mío. No se lo he dicho nunca, y se merece saberlo si algún día da la casualidad que lee esto. Mi padre, después de sus visitas previas al retiro de su dormitorio devoraba librerías enteras de libros a una velocidad vertiginosa. Aunque hoy lo sigue haciendo, ahora las comunicaciones cibernéticas y los pasatiempos también ocupan su ocio. Lo he pensado hace mucho tiempo y durante mucho tiempo. Un psicólogo me dijo una vez que lo que yo deseaba era ser como él, o el crear algo para complacerlo y poder tener un vínculo mayor. Hoy lo entiendo de una forma más profunda. Las dos cosas que más me gustan en la vida son viajar y escribir- el fútbol también, Jorge Valdano me dijo un día era un arte, estoy de acuerdo con él.- , además de vivir. Vivir de verdad.


De niño veía cada tres días un libro diferente en la mesilla de noche de mi padre. Y Cuando me hablaba de sus viajes y anécdotas a lo largo y ancho del mundo emigró al emigrar para trabajar en los océanos, yo me quedaba hipnótico. Entre medias, en un videocasette de cartón metía libros y novelas mientras contemplaba el vetusto televisor de tubo en blanco y negro -que permaneció averiado tanto tiempo-, y viajaba a mil y un lugar diferentes. El cine es otra de mis pasiones, y los guiones cinematográficos, por supuesto. Después de eso- no había mucho dinero para adquirir otro televisor rápidamente-, pasé mucho tiempo escuchando una radio color gris plata que había en casa, la cual parecería hoy centenaria. Durante muchos años en mi vida, desde los trece o catorce años he colaborado y conducido espacios radiofónicos de diferente temática en varias emisoras locales y cadenas nacionales, aunque siempre en sus delegaciones provinciales.


Bueno, espero que puedas hacerte una idea más concreta de mi persona, guárdala bien en la retina porque a partir de ahora no hablaré - no me suele gustar demasiado. Nada mejor dicho- mas de mí. No hará falta porque mis palabras creo que ya cuentan demasiado. Aunque también comprendo que no puedo presentarme aquí esperando que te quedes, sin intentar esbozar en la mente un retazo de mi.


Hace ya un mes que estoy torneando la que deseo sea mi opera prima, una novela de ficción, repleta de suspense y con tintes de novela negra. Narrada en primera persona, es lo poco que te puedo contar hoy- ¿cómo no iba a ser de intriga?-, espero que algún día puedas disfrutarla. Aquí podrás hacerlo.


De hecho, llegado el momento, te regalaré unos trocitos de ella, para que puedas atisbar si es de tu gusto. Aunque la historia nació hace algún tiempo- ya ha recorrido un camino de algunas cientos de páginas-, la propia historia me exige cada día más, y así debe ser, eso lo supe desde el primer día. Luego vendrá un arduo y espero no muy tortuoso camino en busca de la publicación. Eso es otro cantar.


Un amigo escritor al que le tengo mucho cariño me dijo no hace mucho, que realmente lo difícil no es publicar, lo difícil es escribir. Por sobreentendido doy que debéis pensar que lo que realmente quiero decir es: Escribir bien. Algún día les hablaré de él y les contaré la maravillosa historia de cómo llegó a mi vida. Ahora ,no puedo seguir escribiendo ni siquiera esta primera entrada a modo de seudo-presentación general ,sin enviarle de nuevo toda la gratitud que le profeso, por todas las palabras que me ha dedicado, consejos incluidos.


Pero aspiro a que esta bitácora no sea simplemente un diario de cómo persigo el sueño. En ella me gustaría también poder escribir – y así conmutar de chip en mi cabeza-, tanto artículos de opinión, actualidad, arte o incluso deportes. Espero que participéis, porque sin ti que lees esto no tendría sentido alguno. Animo a todos los autores noveles a sumarse a este proyecto y a exponer sus inquietudes. Si por casualidad algún escritor consagrado tropieza y se cae aquí, supongo también que sus palabras serán escuchadas con suma atención.


Estoy en la orilla de Costa Esmeralda, es un lugar maravilloso en la isla italiana de Cerdeña. Sin embargo, no me he movido de la mecedora, en el café. La marea ha subido y las imperceptibles olas del horizonte son la prueba irrefutable de un sonido relajante. Vienen a morir a mis pies cubriéndome hasta los tobillos cada cinco segundos, borrando todo rastro de la arena que siento bajo los pies y desaparece sobre ellos.


Ya es hora de partir, prometo no dejar de bracear en el océano. No se cuanto tiempo emplearé, ni cual será el destino final exacto. Pero llegaré a tierra de nuevo algún día, tengo una brújula grabada a fuego en mi consciente. Quizás el destino dependa también un poquito de ti, por que no. Así que nada a mi lado, sobre un manto azulado en el cual parecen brillar mil estrellas enviadas desde el cielo por el sol incandescente que se bate entre algún cirro. Es de día, pero un eclipse va irrumpir en poco tiempo, así que podéis aprovechar a dar una cabezadita. Entren sin llamar, sin tocar, pasen, entren y.... sueñen.



No hay comentarios:

Publicar un comentario